CIV22
Al fondo de una plaza desierta, en el emplazamiento de la acrópolis etrusca, esta iglesia alza su magnífica fachada de piedra dorada. Data del s. XIII, y en ella los símbolos evangélicos enmarcan un rosetón de escuela umbriana. El interior fue construido en el s. XI por maestros lombardos: las recias columnas sustentan curiosas arquerías denticuladas. En la cripta hay un verdadero bosque de columnillas, todas distintas y de variadas épocas, que soportan bóvedas de arista.
Construida a finales del s. XII, repite los principales elementos arquitectónicos de San Pedro. Observe en particular los magníficos pórticos románicos del s. XIII, hábilmente esculpidos. En el interior, además del ambón formado por fragmentos de los ss. VIII y IX y del s. XII, observará, sobre el arco triunfal, un fresco del s. XIV que trata con realismo el Juicio Final.
Cerca de una alta torre medieval, esta iglesia románica está dentro de la ciudadela fortificada que protegía la ciudad. Elegante portada y majestuoso interior.
Este museo instalado en el palacio Vitelleschi (1439) expone una notable colección de obras procedentes de las excavaciones de la necrópolis etrusca: sarcófagos, cerámicas, marfiles, cráteras, ánforas y las dos estrellas del lugar, los dos admirables caballos alados de terracota a los que aludiera Marguerite Duras en el título de una de sus novelas. Réplicas de tumbas.
La necrópolis, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, surge en medio de una planicie desierta en un enclave paralelo al de la ciudad antigua. Por fuera, no hay ninguna construcción que la delate... Con 5 km de largo por casi uno de ancho, engloba unas 6 000 tumbas identificadas (ss. VI-I a.C.), 17 de ellas abiertas a la visita. Las vivas y coloridas pinturas murales de las cámaras funerarias son de un interés capital para el conocimiento de la civilización etrusca.
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